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Una sola célula que invade un cuerpo La célula solitaria se desplaza por el torrente sanguíneo en busca de un huésped. Encuentra un punto débil en la pared del vaso y se desliza hacia adentro. Una vez dentro, la célula comienza a multiplicarse, extendiéndose por todo el cuerpo. El sistema inmunológico intenta defenderse, pero la célula es demasiado agresiva. Crece y crece, consumiendo todo a su paso. Pronto, el cuerpo no es más que un recipiente para la célula. La célula es un parásito, una criatura que vive de otro organismo. No está vivo de la misma manera que lo está un ser humano. No tiene mente ni alma. Es simplemente una colección de células que han sido programadas para reproducirse y propagarse. El parásito es una amenaza para la humanidad. Es un recordatorio de que no somos los únicos dueños de este planeta. Hay otras criaturas ahí fuera, criaturas que son mayores y más fuertes que nosotros. Debemos tener cuidado de no dejar que se hagan cargo.
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