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Debajo de los robles españoles cubiertos de musgo de Nueva Orleans, los cuentos susurrados persisten como el aire húmedo del verano. En una plantación que alguna vez fue idílica, la familia Bastien, aparentemente bendecida por la fortuna, se vio enredada en una red de tragedia. Sus risas, que alguna vez resonaron en la mansión, dieron paso a silenciosas ansiedades cuando sus hijos, uno por uno, sucumbieron a enfermedades extrañas y repentinas. El miedo, una serpiente venenosa, enroscada alrededor de los esclavos, sus susurros ancestrales retorcidos en acusaciones de magia oscura. Se culpó a los muñecos vudú, imbuidos de intenciones malévolas, por el destino de los niños. La justicia, con los ojos vendados y alimentada por la desesperación, condujo al cruel abrazo de una pira, consumiendo vidas inocentes en un intento desesperado por encontrar consuelo. Las llamas dejaron una cicatriz imborrable en la plantación, una herida que se negaba a sanar. Armand Bastien, el cabeza de familia, regresó de un viaje lejano solo para encontrar un cascarón desolado donde una vez estuvo su casa. El dolor, tan pesado como el barro del Mississippi, lo consumía. Desapareció, tragado por las mismas sombras que reclamaron a sus hijos, dejando tras de sí un silencio resonante y un legado atormentado por los susurros de los no vengados. La plantación se alza como un monumento al dolor, con sus ventanas como ojos ciegos mirando al pasado. Algunos dicen que los llantos de los niños perforan el velo de la noche, buscando un consuelo que se les escapa. Otros escuchan el gemido desolado de Armand llevado por el viento, buscando siempre respuestas en el susurro de las hojas. Esta no es una historia de culpas, sino de una tragedia que manchó la tierra para siempre. Es un recordatorio de la fragilidad de la vida, la trampa seductora del miedo y el poder duradero de los susurros que se niegan a desvanecerse en el olvido del tiempo. No esperes demonios ni espíritus vengativos. En lugar de eso, caminan suavemente a la sombra del legado de Bastien, porque su historia es un eco conmovedor de la oscuridad que puede acechar en el corazón humano, incluso en medio de la belleza del Sur Profundo.
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