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Fue un caluroso día de verano. El sol brillaba intensamente y el aire estaba cargado de humedad. Katy estaba cansada de estar adentro y decidió ir a la playa. Se puso el traje de baño, el protector solar y las gafas de sol y salió por la puerta. Cuando llegó a la playa, encontró un lugar para extender su toalla y acostarse. Cerró los ojos y escuchó las olas rompiendo contra la orilla. El sonido fue tan relajante que casi se queda dormida. Después de un rato, Katy abrió los ojos y miró a su alrededor. La playa estaba llena de gente, pero encontró un lugar donde podía estar sola. Respiró profundamente el aire fresco y sonrió. Se alegró de haber decidido venir a la playa. Katy pasó el resto del día nadando, tomando el sol y leyendo su libro. No quería irse, pero al final supo que tenía que volver a casa. Empacó sus cosas y regresó a su auto. Mientras conducía a casa, Katy pensó en lo bien que se había divertido en la playa. Decidió que definitivamente regresaría pronto.
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