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La princesa estaba enamorada. Había estado enamorada del príncipe desde que tenía uso de razón. Pero eran de mundos diferentes. Ella era una princesa y él era un plebeyo. Sabían que su amor estaba prohibido, pero no podían evitarlo. Una noche, la princesa se escapó de su castillo para encontrarse con el príncipe en el bosque. Se besaron bajo la luz de la luna y fue el momento más mágico de sus vidas. Pero su felicidad duró poco. El padre de la princesa se enteró de su encuentro y se puso furioso. Encerró a la princesa en su torre y le dijo que nunca volvería a ver al príncipe. La princesa estaba desconsolada. Ella no sabía qué hacer. Sabía que tenía que encontrar una manera de escapar de su torre y volver a ver al príncipe. ¿Pero cómo? Un día, la princesa estaba mirando por la ventana cuando vio pasar un pájaro volando. Ella tuvo una idea. Podría usar el pájaro para enviarle un mensaje al príncipe. Le escribió una carta al príncipe y la ató a la pata del pájaro. El pájaro se fue volando y la princesa esperó ansiosamente una respuesta. Unos días después, el pájaro regresó con una carta del príncipe. La carta decía que vendría a rescatar a la princesa la noche siguiente. La princesa estaba encantada. Sabía que pronto se reuniría con el príncipe. La noche siguiente, el príncipe llegó a la torre. Subió a la torre y rescató a la princesa. Se marcharon juntos y vivieron felices para siempre.
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