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El esqueleto era un espectáculo aterrador, con los huesos castañeteando y los dientes al descubierto. Pero incluso muerto, tenía cierta belleza. Los huesos estaban dispuestos en una pose elegante, y las cuencas de los ojos vacías parecían mirar a lo lejos, como si el esqueleto estuviera perdido en sus pensamientos. Decidí vestir al esqueleto como una niña. Encontré un bonito vestido en el armario y se lo puse al esqueleto. Agregué un collar y unos aretes, y luego encontré un par de zapatos que se ajustaban a los pies del esqueleto. Cuando terminé, el esqueleto parecía una bella princesa. Estaba parada en medio de la habitación, con la cabeza en alto y los ojos contemplando majestuosamente el mundo. No pude evitar sonreír. El esqueleto había pasado de ser una criatura aterradora a algo hermoso.
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